EDÚQUESE PARA CREER - ¿Con qué limpiará el joven su camino?
martes, 28 de diciembre de 2010



Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados. Prov. 16: 3.
Hermano A, Ud. debe alejar de sí sus temores. Deje las consecuencias con el Señor y
siga adelante. Está tratando demasiado arduamente de salvarse a sí mismo, de hacer alguna gran
cosa que lo recomiende delante de Dios. Todo lo que El requiere de Ud., querido hermano, es
una sumisión completa, con todas las consecuencias de su aceptación de la verdad. Satanás dice:
"¿Qué pasará después de todo si al hacerlo te equivocas? ¿Puedes permitirte correr el riesgo?"
Jesús lo ama y si Ud. se consagra a El con todo lo que tiene, lo aceptará y llevará sus cargas; su
amigo nunca le fallará.
Ud. contempla la cruz de Cristo con alarma. El yugo le parece molesto. Es Satanás
quien lo hace parecer así. Jesús lo invita: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,
y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros. . . porque mi yugo es fácil, y ligera mi
carga" (Mat. 11: 28-30).
El yugo que teme llevar por miedo de que lo lastime, Jesús lo califica como fácil. La
carga que no se atreve a tocar, es liviana. Todo lo que se requiere es que se aferre de El, y cuando
lo haga, encontrará que es más un sostén que penosa carga. Esa cruz, que le parece tan incómoda,
tan pesada para llevar, lo elevará y será una fuente de fortaleza para Ud. . . .
Debe educarse para creer, para ocupar su posición en la plataforma de la verdad eterna, y
dar la bienvenida a las tribulaciones por Cristo. Jesús lo ayudará, los ángeles lo ayudarán a
resistir al diablo y él huirá. Acérquese a Dios y él se acercará a Ud. . . .
Crea que Jesús lo ama y, en sus esfuerzos por obedecer, si se equivoca no sienta que debe
preocuparse al punto de abandonar su confianza en Dios y pensar que es su enemigo. Somos
mortales falibles. Si pecamos, "abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo" (1 Juan
2: 1). Ud. no puede limpiarse de las impurezas. Lleve su carga a Jesús; El le ayudará. No siga
demorando, con la esperanza de que sus buenas obras serán la expiación por el pecado. Confíe en
los méritos de la sangre del Salvador crucificado y resucitado (Carta 20, del 28 de diciembre de
1867, dirigida a un miembro de iglesia desanimado). 375

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